La Parashá Ki Tavo se encuentra en Deuteronomio 26:1 – 29:8. Esta porción de la Torah trata principalmente sobre las instrucciones finales que Moisés da al pueblo de Israel antes de cruzar el río Jordán y entrar a la Tierra Prometida. Moisés detalla las bendiciones que recibirán por obedecer los mandamientos de Dios, así como las maldiciones que vendrán si desobedecen. El nombre “Ki Tavo” significa “Cuando entres”, y hace referencia al momento en que el pueblo de Israel entrará a la Tierra Prometida.
En este año la parashá 50 se lee del 15 al 21 de Septiembre, 2024
Porción de la semana: Deuteronomio 26:1-29:8
Haftará: Isaías 60:1-22
Brit Hadasháh: Efesios 1:3-6; Apocalipsis 21:10-27
Te recomiendo que veas el estudio de Liliana Hunter de esta parashá
A continuación, desarrollaremos un estudio basado en los temas principales de esta parashá:
1. Primicias y Declaración de Gratitud (Deuteronomio 26:1-11)
La parashá comienza con las instrucciones sobre las primicias. Dios manda a Israel que, cuando entren en la Tierra Prometida, deben tomar los primeros frutos de su cosecha y llevarlos al lugar que Dios ha designado. Allí, se ofrecerán ante el altar en una ceremonia especial.
Este acto es una muestra de gratitud a Dios por haber cumplido Su promesa de llevarlos a una tierra donde fluye leche y miel. Es significativo que el israelita, al presentar sus primicias, hace una declaración histórica, recordando cómo Dios los sacó de Egipto con poder y señales, cumpliendo Su promesa a los patriarcas. Este acto refleja una conexión directa con el pacto abrahámico y el reconocimiento de que todo lo que poseen proviene de Dios.
En el Nuevo Testamento, podemos encontrar una relación con este tema en las palabras de Pablo cuando nos insta a vivir en gratitud: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18, RVR1960). Aquí se nos recuerda que, al igual que el pueblo de Israel, debemos reconocer que todo lo que tenemos viene de Dios y debemos vivir en un estado constante de gratitud.
2. Diezmo del Tercer Año (Deuteronomio 26:12-15)
Este pasaje habla del diezmo del tercer año, que debía ser destinado a los levitas, extranjeros, huérfanos y viudas. Este mandamiento destaca la importancia de la justicia social en la Ley de Dios. El cuidado de los necesitados es una prioridad, y Dios pide que el pueblo sea diligente en proveer para aquellos que no tienen medios para sostenerse.
Este principio de generosidad y justicia social tiene continuidad en el Nuevo Testamento. Santiago 1:27, por ejemplo, dice: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (RVR1960). Vemos que el principio de cuidar a los más vulnerables en la comunidad no solo es un mandamiento del Antiguo Testamento, sino que también es parte del mandato cristiano de vivir una fe activa en la justicia y el amor hacia el prójimo.
3. Confirmación del Pacto (Deuteronomio 26:16-19)
Moisés reitera la importancia del pacto entre Dios e Israel. Este pacto implica obediencia a los mandamientos de Dios y el reconocimiento de Israel como el pueblo escogido de Dios, una nación santa y apartada. Aquí, Dios promete elevar a Israel sobre todas las naciones si obedecen Su ley, siendo un pueblo que refleje Su carácter y santidad.
Este concepto del pacto también se refleja en el Nuevo Testamento. Jesús, en la Última Cena, habla de un nuevo pacto en Su sangre (Lucas 22:20, RVR1960). Este nuevo pacto no reemplaza el anterior, sino que lo cumple y amplía a través del sacrificio de Cristo. Los creyentes ahora son parte de este pacto renovado, llamados a la santidad y a vivir conforme a los mandamientos de Dios, tal como lo fue Israel.
4. Las Bendiciones y Maldiciones (Deuteronomio 27:1 – 28:68)
Un tema central de esta parashá es la proclamación de las bendiciones y maldiciones. Moisés instruye a los israelitas a hacer dos grandes ceremonias cuando crucen el Jordán. Se deben proclamar las bendiciones desde el Monte Gerizim y las maldiciones desde el Monte Ebal. Las bendiciones serían para aquellos que obedecieran los mandamientos de Dios, y las maldiciones para aquellos que los desobedecieran.
Este capítulo 28 es particularmente gráfico en la descripción de las maldiciones. Señala que, si Israel no obedece a Dios, experimentará todo tipo de calamidades, incluyendo enfermedad, guerra, hambre y finalmente el exilio. Estas maldiciones tienen un paralelo directo con la destrucción del templo y el exilio babilónico, y luego con la dispersión del pueblo judío después de la destrucción del Segundo Templo en el año 70 d.C.
El principio de bendiciones por obediencia y maldiciones por desobediencia sigue siendo un tema en el Nuevo Testamento. Aunque estamos bajo la gracia, Jesús enseñó que obedecer los mandamientos de Dios trae vida y bendición. En Juan 14:15, Jesús dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (RVR1960). La obediencia a Dios sigue siendo un principio central en la vida del creyente, no como un medio de salvación, sino como una respuesta de amor y gratitud a Dios por Su salvación.
5. Reafirmación del Pacto en Moab (Deuteronomio 29:1-9)
La parashá concluye con Moisés reuniendo a todo Israel para recordarles el pacto que hicieron con Dios. Este pacto, sin embargo, no es solo con los presentes, sino también con los descendientes de ellos. Moisés enfatiza que deben recordar todas las grandes obras que Dios hizo por ellos en Egipto y durante su travesía en el desierto. Este recordatorio de las obras de Dios es una exhortación para que no se desvíen y continúen siendo fieles a los mandamientos.
En términos de aplicación para los creyentes hoy, esto nos recuerda que, así como Israel debía recordar las obras de Dios, también nosotros debemos recordar la obra de Dios a través de Jesús. Pablo instruye a los creyentes en 1 Corintios 11:24-26 a recordar el sacrificio de Cristo cada vez que participamos en la Cena del Señor, lo que es una forma de mantener vivo el pacto entre Dios y nosotros.
Conclusión
La Parashá Ki Tavo nos enseña sobre la obediencia, la gratitud y el cuidado por los necesitados. Nos recuerda que las bendiciones de Dios están ligadas a la obediencia, no como un medio de salvación, sino como una respuesta de amor y fidelidad al pacto de Dios. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento recalcan que el pueblo de Dios, sea Israel o la Iglesia, está llamado a reflejar Su santidad a través de una vida de obediencia a los mandamientos de Dios.
Este pacto no solo involucra a los presentes, sino a las generaciones futuras, lo que nos lleva a vivir una vida de responsabilidad, sabiendo que nuestras acciones hoy pueden afectar a nuestros hijos y nietos. Así como Moisés exhortó a Israel a mantenerse fiel a Dios, el Nuevo Testamento nos llama a perseverar en la fe y obediencia a Cristo, quien ha renovado el pacto con Su sangre.
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